Lucrecia Borgoña, Diabólica Mujer

Lucrecia Borgoña, Malévola, Sanguinaria e incestuosa. Descubre si en realidad la hija del Papa Alejandro VI fue una mujer diabólica.
Lucrecia Borgoña, Diabólica Mujer
Una mujer sin escrúpulos, intrigante, sanguinaria, absolutamente malvada y maquiavéIica, corrupta, experta en venenos autora e inductora de numerosos crímenes a cuál más espantoso, pervertida sexual y devoradora de hombres que cometió incesto con su padre, el Papa y con su hermano, hasta el punto de afirmarse que de este último llegó incluso a quedar embarazada.
Esa es la terrible y escalofriante imagen que desde hace cinco siglos arrastra sobre su memoria Lucrecia Borgia, hija del Papa de origen español Alejandro VI. Pero, ¿y si la realidad fuera otra muy distinta? Lucrecia de cuya muerte se cumplieron más de 500 años, tal vez no fue la pérfida, depravada e infame mujer que durante siglos muchos se han empeñado en describir.
Lucrecia Reyes
Es muy posible que más bien fuera lo contrario: una mujer culta y delicada, refinada y erudita (hablaba griego, latín, italiano, francés y español), jamás utilizó un arma ni ordenó a nadie empleada, que nunca uso la cantarella (un veneno inodoro, incoloro e insípido al que, a pesar de todo Io que se ha dicho, tampoco recurrieron nunca su padre y sus hermanos ) y que en vez de agresora fuese víctima.
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¿Cómo surgió entonces la figura de ser una infame depravada Sexual?
Rodrigo Borgia, el padre de Lucrecia, nació en la ciudad española de Valencia en el seno de una poderosa familia de la nobleza. Su tío, el Papa Calixto III, Io animó a trasladarse a Italia y a hacer carrera eclesiástica, y Rodrigo siguió sus consejos. Cuando el 18 de abril de 1480 nació en Subiaco, una localidad a unos 70 . kilómetros de Roma, su hija Lucrecia, Rodrigo ya era cardenal. La madre era Vannozza Cattanei, una italiana que le dio otros tres hijos al futuro Alejandro VI. Porque en 1492, Rodrigo Borgia se convirtió en Papa.
Lucrecia tenía apenas 13 años cuando su padre decidió casarla con el conde de Pesaro, Giovanni Sforza, sobrino del poderoso duque de Milán. A Rodrigo Borgia le interesaba establecer una alianza política con esa poderosa familia, y el matrimonio se presentaba como una buena opción de alianzas con los varios estados italianos. Esperaba que el marido de Lucrecia Io secundará (al fin y al cabo, para ello se la había entregado en matrimonio) en su objetivo, pero Ia conducta de Giovanni Sforza fue ambigua y con frecuencia contradictoria, dejando en varias ocasiones a su suegro sin el apoyo militar que éste le pedía.
El Papa, enfadado por su comportamiento, se vengó de su yerno reteniendo a su hija en Roma e impidiéndole regresar a Pesaro. Y, más adelante, dio la orden de que Giovanni Sforza fuera asesinado. Pero Lucrecia se enteró del plan a través de su hermano y alertó a su marido. Alejandro VI decidió entonces declarar nulo el matrimonio de Lucrecia. El argumento que empleó para invalidar fue decir que la unión carnal entre los dos esposos no se había consumado ya que Giovanni Sforza era “impotente”.
El proceso de anulación, orquestado siempre por Alejandro VI, concluyó como Rodrigo Borgia deseaba: se sentenció que Lucrecia era virgen, que Giovanni Sforza era impotente y se declaró nulo su casamiento. Sforza, herido en su amor propio, acusó entonces a Alejandro VI de mantener relaciones incestuosas con su hija, aunque no presentó oficialmente ninguna denuncia al respecto.
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Pero dio igual. La acusación corrió como pólvora por todas las cortes europeas. Y aunque la imputación de Giovanni Sforza buscaba más a dañar al Papa que a Lucrecia, fue la reputación de ella la que más se resintió.

¿Hay Pruebas?
La única relación probada y documentada que mantuvo Lucrecia en ese periodo fue con un joven sirviente español de Ia corte papal, Pedro Calderón, y según se deduce de la correspondencia que ambos mantuvieron ella estaba sinceramente enamorada.
De esa relación nació un niño. Pero enseguida los rumores se cebaron de nuevo contra Lucrecia, asegurando que el recién nacido era fruto de las supuestas relaciones sexuales que mantenía con su padre y con su hermano César.
Finalmente dejó Roma y, lejos de la influencia y del dominio de su familia y convertida en duquesa de Ferrara, logró por fin acallar los chismes que siempre la habían acompañado. Sus coetáneos hablan durante ese periodo de ella como una buena madre y una esposa virtuosa. Además, como duquesa de Ferrara fue una activa mecenas, acogiendo en esa corte a artistas como Ariosto, Bembo o Trissino.
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Esa buena reputación la acompañó hasta su muerte, producida a causa de un parto complicado cuando tenía 39 años. Poco después de su fallecimiento, resurge la leyenda negra sobre Lucrecia Borgia. Una leyenda que dura hasta hoy.
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Pobre Lucrecia no se podía ser una mujer culta en una época que las mujeres eran mercancía